25/2/14

Sobre el Castigo y las Recompensas

Cuando nos convertimos en padres cargamos con nosotros las memorias de cómo fuimos tratados de niños, comienzan a salir a flote las enseñanzas de generaciones pasadas, de este modo, inconscientemente actuamos de la misma forma que nuestros padres actuaron en relación a nosotros, sus hijos. Quiero centrarme en el tema del castigo. Un método tan común en la educación de los hijos que olvidamos meditar y cuestionar sobre lo poco beneficioso que resulta.

- Cuando se castiga, perdemos de vista el enfoque del "mal" comportamiento y terminamos por castigar con algo que no tiene nada que ver con la acción. Si el niño golpea, quitamos las caricaturas, la comida favorita, el juguete, pero el niño no termina de entender que relación tienen las dos cosas, simplemente se siente atacado.
-Cuando el castigo es inmediato, (golpe, humillación, rincón de pensar...) el niño genera rencor, aislamiento, hostilidad y aprende a reprimir sentimientos.

Aquí entra también el tema de los "Premios o Condicionamientos", cuando se le dice al niño que si se porta de tal o cual forma, y que a cambio obtendrá un premio, el niño aprende a actuar mediante impulsos externos, es decir, siempre estará buscando una conveniencia, entonces deja de actuar por convicción. Esto lleva consigo otro tipo de problemas puesto que el niño ya no se escucha a si mismo, deja de conocerse y pierde de vista sus limites, al tener como motor impulsivo un condicionamiento externo.

Los efectos duran mientras exista la recompensa o el castigo, entonces ¿Que pasa cuando ya no están funcionando los condicionantes que teníamos? Fácil. El castigo se vuelve mas severo y el premio tendrá que ser mas grande y todo esto se convierte en una gigante bola de nieve.
Entonces pensemos que la mejor manera para que nuestros hijos "entiendan" como comportarse es conociendoles y dejar que se conozcan ellos mismos. Hablar con ellos y escucharles de manera respetuosa. Validar sus emociones. Todo esto ayuda a darles confianza y que fortalezcan su relación con ellos mismos, aceptándose.
Si los escuchamos, ellos nos escucharan y entenderán el por qué de las cosas. Dejemos que ellos sean quienes son realmente y No pretendamos que sean alguien que no son, solo por darnos gusto. Dejemos que aprendan a su propio ritmo, los limites se ponen con paciencia y amor.



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