29/4/14

La dieta natural en los niños


Es ya preocupación general, tanto de padres, maestros y autoridades gubernamentales, la calidad de la alimentación de los niños, en parte por la epidemia de obesidad que se extiende por todo el país y por lograr una niñez sana. 

La dieta actual, dictada más por las compañías transnacionales que por la cultura alimentaria nacional y por las opciones más nutritivas de la dieta familiar preparada en casa, se ha desviado hacia una dieta artificial que no ha traído nada bueno. 

La preocupación que se externa por este tipo de alimentación para los niños, son los niveles alarmantes de trastornos que los aquejan, desde la obesidad, hipertensión, niveles altos de colesterol, enfermedades inmunológicas, hasta el cáncer en forma de leucemias y tumores, cuya conexión indiscutible con la forma de alimentación que muchos niños llevan, se ha comprobado científicamente. 

Como contraparte a la dieta estándar actual donde las harinas, los lácteos, azúcar, grasas hidrogenadas, carnes procesadas/congeladas y productos de fábrica fritos y cargados de químicos, se presenta la otra cara de la moneda con el hecho de que una dieta a base de alimentos crudos y vivos, seleccionados cuidadosamente, fomenta la salud física, mental y espiritual de los niños; 
NUTRICION 
Los cambios que se han efectuado en la forma desequilibrada de alimentarse de las familias y en especial de los niños, crea muchas deficiencias nutricionales que alientan la aparición de enfermedades como cáncer, diabetes, enfermedades cardiovasculares, esquizofrenia, autismo, trastorno de déficit de atención; además que afectan negativamente su crecimiento y desarrollo. 

La situación anterior no es privativa de nuestros niños, sino que afecta a los Estados Unidos, al Reino Unido y a otros países, que también reconocen que la dieta estandar falta de nutrientes, afecta negativamente a la niñez y lamentan que en mayor o menor medida, ahora el destete de los bebés es a base de refrescos y papas fritas. 

Desde siempre, del nacimiento hasta los seis meses de edad, lo mejor es la leche materna de forma exclusiva. Pasada esta edad, además de la leche materna, se recomienda la introducción de alimentos sólidos, principalmente frutas además de verduras cocidas, como la comida más perfecta para los niños. 

Los niños requieren para su crecimiento de las frutas y las verduras, principalmente las de color verde, que suministran grandes cantidades de clorofila, proteínas, vitaminas, minerales, enzimas y antioxidantes. Las verduras de hojas verdes ayudan a concentrar los nutrientes y cuando se preparan en la cocina, se liberan sus nutrientes, se rompe la celulosa y su absorción se mejora sustancialmente. Para todas las edades, las hojas verdes son la clave para una salud excelente. 

La mejor alimentación que puede ofrecerse a los niños, son las frutas, verduras, nueces y semillas, junto con miel de abeja, aceite de oliva, además de aguacates y plátanos que proporcionan nutrientes y grasas benéficas. También se puede añadir a la dieta diaria, los lácteos como yogurt, queso fresco y huevos. 

La dieta familiar, comienza por la preparación en casa de las verduras como base de la alimentación, y además de los guisados y sopas preparadas en casa, se debe incluir siempre algo crudo y verde en cada comida. Las frutas, semillas y nueces, deben ofrecerse a libre demanda y tenerlas siempre sobre la mesa, porque los niños siempre se sienten atraídos por sus colores brillantes y apetecibles formas. 

Las necesidades nutricionales de la familia y en especial de los niños, deben ser planeadas cuidadosamente y nunca deben dejarse a cargo de los fabricantes y comerciantes de alimentos cuyas prioridades no son la salud y florecimiento de nuestros bebés y niños, sino ganar dinero a costa de lo que sea.



Texto Original en:

Revista Mundo Natural http://www.revistamundonatural.com/noticia.cfm?n=487#ixzz30Kp8LXmY

16/4/14

Sobre la Crueldad


Todos los seres humanos nacemos amorosos. Llegamos al mundo necesitados de amor pero también siendo capaces de amar, sólo si nuestras necesidades básicas han sido satisfechas. Todos los niños -si somos amparados, cuidados, atendidos, acariciados y protegidos- nos sentiremos seguros. Esa seguridad nos permite luego desplegar nuestro amor.
Ahora bien, si no somos protegidos ni cuidados, aumentaremos las alertas (ya que los depredadores pueden lastimarnos) y por otro lado reaccionaremos contra cualquier movimiento o situación que pueda desestabilizarnos. Es lógico, ya que desde nuestra vivencia –siendo niños pequeños- el entorno es hostil, peligroso y amenazante. No nacimos preparados para la desprotección ni para el desierto emocional, de hecho esas experiencias las vivimos con enorme desilusión. Al contrario, hemos nacido dependientes de los cuidados maternos. Pero si quienes debían nutrirnos y protegernos nos han abandonado a nuestra suerte dando prioridad a sus propias necesidades, comprenderemos que en este mundo se salva el más grande y el más fuerte.
A medida que crecemos -si las condiciones de amparo y protección no mejoran- en lugar de entrenarnos en el amor, vamos afinando estrategias parecidas a las utilizadas por los mayores que debían amarnos, para asegurarnos la supervivencia. De los adultos hemos aprendido que en la medida que lastimamos a alguien más débil, tendremos más chances para sobrevivir.
Eso se llama crueldad.
Primero la necesidad y luego la costumbre de aprovechar la debilidad del otro para fortalecernos y procurar nuestro propio resguardo, intentando garantizarnos el control para que nunca más puedan hacernos daño. Es tal el miedo y la desconfianza que estamos preparados para humillar, desactivar la estima y desmerecer al otro, sobre todo si somos más grandes.
La crueldad la usamos siendo niños, siendo adolescentes, luego jóvenes y luego adultos maduros. Es un tema de supervivencia emocional.
¿De quienes estamos hablando?
De cada uno de nosotros. ¿Pero acaso no es exagerado? Escuchemos qué es lo que dicen quienes son niños hoy, y cómo se sienten tratados por nosotros: madres y padres.
 Laura Gutman


12/4/14

¡¡Fuera Pañales!!

El control de esfínteres es un proceso biológico que se encuentra determinado por la maduración neurológica del niño. Esto es, que el niño deja los pañales cuando su sistema ha madurado y no por aprendizaje.
Aprender es adquirir una habilidad o destreza como tocar el piano o nadar, nuestro cuerpo no madura para poder tocar el piano eso se aprende, pero nuestro cuerpo tarde que temprano caminará, se comunicará por medio de las palabras y aprenderá a controlar esfínteres. En pocas palabras cualquier estimulo está de mas, pues el niño aprende a hacer del baño en el retrete cuando él esté listo, sin importar si hacemos o no hacemos algo para alentarlo.

Lo importante aquí es observar al niño, conocerlo y estar atento a sus ritmos y señales para darnos cuenta cuándo está listo. Por lo general la mayoría de la niños están listo cerca de los 3 o 4 años. Algunos lo harán antes, otros después y esto no es ningún indicativo de inteligencia y tampoco significa que seamos mejores o peores madres.

¿Que pasa si el niño empieza el proceso, pero de pronto vuelve a hacerse encima? Ofrecemos pañal otra ves. Esto no quiere decir que hay una regresión (ya que no se puede regresionar a un lugar del que nunca se ha salido) o que estamos dando un mensaje de inseguridad al niño, al contrario, estamos acompañando y conteniendo emocionalmente. Cuando el niño vuelve a hacerse encima, muchos padres pierden la paciencia, se frustran y gritan o castigan a sus hijos. Esto solo empeora el proceso. Ellos deben sentirse acompañados y entendidos por sus padres, no humillados y avergonzados por algo que aún no controlan.  Tampoco se debe obligar, si el niño rechaza ir al baño, pueden comenzar las luchas de poder y en un intento del niño de querer recuperar el control de su cuerpo, puede aguantarse mucho las ganas de evacuar lo que puede provocar otros problemas físicos. 
"Hasta los 5 años, no se considera como enuresis hacerse pipí o encopresis hacerse caca. Por lo tanto, no hay problema si un niño usa pañales hasta esa edad. Puede gritar si quiere, pero esto no lo digo yo, lo dice la Academia Americana de Psiquiatría." 
Estamos acostumbrados a vivir violencias silenciosas, de las que los niños no pueden defenderse porque aplicamos la intimidación, pero pensemos claro: No podemos "enseñar" a un niño a que controle algo que su cuerpo aún no está lo suficientemente maduro para controlar. ¿No parece esto un acto de violencia? ¿Un abuso? ¿Aceptariamos que alguien aplicara un método de este tipo con nosotros?

Estamos aceptando y respetando las necesidades sociales, culturales y de mercadotecnia, pero menos las de nuestros hijos. Pasamos por encima de ellos como si no importara, como si no repercutiera en su desarrollo emocional y psicológico, lo vemos tan normal, "que controle sus deseos, que oprima sus necesidades y a mi que no me moleste mucho". Claro el niño no tiene otro camino, obedece mientras se le ha infundido el miedo, el rencor y las inseguridades. Crece, se convierte en adulto desdichado, con vacíos y falto de autoestima, y luego no entendemos cómo es que tenemos tantas deficiencias emocionales, tantas iras guardadas.
La violencia no siempre es física o verbal, a veces está con nosotros en la vida diaria, pasa desapercibida. Dejemos de preocuparnos tanto por algo que nuestro hijo hará tarde o temprano. Ningún niño anda con pañales a los 10. Dejemos de presionar, los niños necesitan de su ritmo, su espacio y su tiempo para madurar. 
"Algo comenzará a cambiar cuando dejemos de decir "le saqué la teta, le saqué el pañal,
lo saqué de nuestra habitación", y podamos tener la paciencia suficiente como para
esperar a que sean ellos quienes nos indiquen el camino a seguir."


10/4/14

Hija mía, tú no necesitas ser una “niña buena”


Hija mía, tú no necesitas ser una “niña buena”, porque los niños son niños, no son buenos ni malos, y desde que naciste sé que eres mágica e irrepetible, como cada niño/a que nace… tú solo tienes que ser tú. 


Sé que para ti no existen las palabras “bueno” y “malo”, ni siquiera las expresiones “portarse bien” o “portarse mal”. Sé que eso no lo vas a aprender en casa, pero estás escolarizada y te relacionas con gente de muchos tipos, por lo que esa visión “blanco o negro” del mundo -que tanto nos gusta a los adultos- algún día te llegará.

Necesitas saber (ya te lo vamos explicando) que cada persona actúa en cada momento lo mejor que puede, que todos tus actos son tuyos, que tienes derecho a enfadarte, a estar triste, a estar contenta, nerviosa, a tener miedo, a ser feliz… pues todas tus emociones son válidas y te ayudan a avanzar en tu camino. Tu padre y yo estaremos gustosamente a tu lado para acompañarte cada vez que nos necesites. 

Hija mía, tú me has enseñado a vivir mis emociones (también las negativas) y, sobre todo, a desprenderme de ellas, a no apegarme… sigue así. Vive las tuyas como has hecho siempre y déjalas ir. Que el centro de tu vida seas tú y no los demás (ni siquiera yo o papá) porque cuando una está centrada, la armonía y la empatía imperan. Tú nos lo demuestras día a día. 

Gracias, hija, por tus días revueltos, que nos sirven de espejo a ambos; gracias por hacernos crecer como familia; por tu enorme manejo de las emociones a pesar de tu corta edad, por tu sabiduría en el conflicto, por tanto amor incondicional, por tanta paz. 

Yo fui una “niña buena” y como madre te libero de tener que serlo porque no es sano. 

Ser una niña buena significa ceder parte del control de tu vida a los demás; intentar agradar a las personas que más quieres, de manera inconsciente, a costa del propio dolor o de la injusticia; obedecer a los mayores (padres, profesores etc) dejando a un lado tus propios deseos; no permitirte el enfado, ni la rabia. 

Ser una niña buena significa caer en el rol de ser demasiado madura para tu edad y perderte parte de tu infancia. Significa tender a la perfección y a la excelencia, una trampa del mundo de los adultos para cortar las alas. 

Hija mía, ser una niña buena significa (a veces) por desgracia enfermar. Enfermar para escapar de la presión de un mundo familiar y escolar que limita la propia creatividad, la libertad y el juego de experimentación de la vida, que pone en una jaula los propios deseos y algunas emociones, bajo el disfraz de que es por tu propio bien. 

Yo fui una niña buena que sobrevivió (hoy puedo decir que soy una adulta desobediente y creativa) pero sufrí un buen rato en el camino.

Yo fui una niña buena que supo acompañarse de buenos terapeutas y crecer.

Como madre, yo te libero de todo ello:

te libero del chantaje emocional que no te estamos enseñando, 

te libero de algo que tú desconoces: los premios y los castigos, que por desgracia rigen una parte del mundo y del sistema educativo tradicional. 

te libero del “si (no) haces eso me enfado, me voy o no te quiero”. 

te libero del "porque lo digo yo" o del "porque soy tu padre/madre"

te libero de la necesidad de actuar para agradar a los demás, incluidas yo misma o papá. 

Y hablaré (y discutiré sobre ello) con quién haga falta: educadores, profesores, conocidos, familia… y siempre me tendrás de tu lado, porque lo único que quiero y a lo que aspiro es a que seas feliz… 

Como la madre loba que soy, defenderé tu LIBERTAD. 


Myriam Moya Tena





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